1. Platón, ideas.

        Con Platón las determinaciones, aspectos, ειδοζ, parecen retrotraer al politeísmo, ahora ideológico, pero ello sólo es aparente.

        Si la filosofía sigue una secuencia histórica de problemática esencial continua, es decir si las propuestas de los filósofos son pretendidas soluciones a los problemas que los anteriores habían dejado pendiente, pienso que tras el Ser de Heráclito y Parménides, debe ser muy difícil continuar, pues ¿qué se puede decir de ese Ser, verbo, fuego, en incesante creación, pero completo y perfecto? Decir algo de él es contaminarlo y limitarlo. Pienso que Platón trata de profundizar en la esencia de ese Ser, y en ese camino llega a encontrar al final, en lo sumo, el Bien, que asemeja al Sol, dador de vida, que todo lo ilumina y vivifica, está en todo. Y hacia abajo del Bien solo copias. ¿Hace alguien, un demiurgo, las copias? ¿Esas copias, en distinto grado de alejamiento, son esencias (Platón joven, La República), o son ya simples copias de esas esencias (Timeo)?

        Con los presocráticos se dejó de mirar como origen a la Tierra maternal y cálida (la Gea mitológica), para buscar un origen único sustancial lógico, arqué, que serviría de base a la suma abstracción  del Ser... Después la filosofía buscadora, se convierte, envanecida con los sofistas, en filosofía dialéctica, que retorna con Platón a filosofía inquisidora, buscadora. Yo siempre me he preguntado por qué Platón parece dar sin embargo en esa búsqueda un paso atrás, al sustituir el principio único (logro de abstracción filosófica de la razón) por una multiplicidad de principios, las ideas. ¿Por qué lo hace?, ¿cuál es el camino que le conduce a las ideas? Los griegos siempre combaten a los persas, entre los que rige la dualidad de principios (religiosa y mitológica) del bien y el mal, Ormuz y Arimán. A los griegos, creadores de la razón abstracta, les correspondía entonces el único principio (lógico y filosófico), el Ser. ¿Por qué Platón lo multiplica de esencias? Las propias críticas que en ‘Parménides’ hace Platón de su propia teoría de las ideas (como el tercer hombre), son muy consistentes y difícilmente se podría hacer mejor (Aristóteles insistiría en esos mismos puntos). Pero Platón es ya un hombre de su tiempo, dialéctico, y parece que advierte que por el camino del Ser, único, no hay posibilidades filosóficas de avanzar, y de esclarecer el Ser, mientras que alejándose un poco se divisa un mundo con muchas posibilidades, una multiplicidad de esencias, de idealidades, de ideas. Realmente es así, con el Ser, solo, intocable, apaga y vámonos. Se necesita otro principio para que la dialéctica progrese. La lógica de la pura abstracción filosófica conduce a un único principio, pero el hombre no es solo lógica, en el hombre hay fuerzas en pugna, que ve en y proyecta a todo. El Platón dialéctico lo advierte y concilia con el Platón maduro filosófico (buscador), de modo que las ideas, sustancias puras varias, solo son posibles porque hay dos principios, uno Ser (Uno, Bien, lo Igual), principio creador y formal (verbo -sin tiempo-), y el otro, principio pasivo y material, lo Infinito, Indeterminado, lo Desigual (ésta será la línea adoptada por Aristóteles en su teoría hilemórfica -forma y materia -hile-). El qué implica en la respuesta un solo principio; sólo el cómo implica dos.

        Quizás Platón, apunto de agotarse ya la pregunta del ‘qué’ originario, está evolucionando ahora hacia una nueva pregunta, esta vez sobre el ‘cómo’, el ‘cómo’ del Ser de Parménides y Heráclito. Es ésta pregunta del ‘cómo’ la que desarrollará Aristóteles, pero que quizás se inicia con Platón, al desplegar la dualidad pasivo-activo que ya contenía potencialmente el arqué presocrático, aunque todavía en mezcla magmática. Si en los presocráticos era un qué sin cómo, Platón parece iniciar el cómo, como una dualidad de lo estático-creador-formal, frente a lo pasivo-cambiable-material, inencontrables ambos (perpendiculares me gusta decir a mi): Uno, estar, permanecer, sin movimiento, en su lugar (liegen) (aunque de pié; stehen, dimensión vertical, estar, permanecer, en pié, presencia). Otro, no permanecer, acontecer, moverse, marchar (gehen, dimensión horizontal, ir). Ambos componentes (contrapuestos y complementarios) del ‘eidos’, donde el ‘ser’ es ahora ya un ‘ser...’ ([1]), logro filosófico que ha sido posible al alejarse un poco del ser, y donde los puntos suspensivos  quieren referir a, o proyectar a,  un otro ser, la sombra del ser, o no ser, no estar, quizás marchar, ir... ¿tiempo? El tiempo fue muy maltratado, aparentemente ignorado por la filosofía griega. ¿Está implícito en esa dualidad activo-pasivo que despliega Platón? Pero con él no se trata aún de un manifiesto ir, sino solo de un ‘asomarse’, desde el balcón del ser (adosado al ser), desde donde divisa Platón las ideas puras varias, como razones del Ser. En ese genial ‘ser...’ están implícitas las ideas platónicas, los potenciales múltiples es, como razón de ser del ser, como sumo bien, los hijos como razón de ser del padre, en que lo posterior torna en lo anterior, lo sumo. Esa es la suma belleza de las ideas platónicas, de un Platón perfectamente filosófico, que no se adentra aún en la ciencia del ‘es’.

 

 

 

 

[1] Puntos suspensivos que pone genialmente Marzoa y nosotros pensamos expresan esa nueva dimensión (temporal).