Estudio del Ser en la historia de la filosofía.
Griegos I. Preguntas del hombre:
1-Preguntas críticas que se hace el hombre. Vida in y out.
2-Preguntas del hombre antiguo.
3-Nuevas preguntas del hombre griego. Principio vacilante.
1-Preguntas críticas que se hace el hombre. Vida in y out:
Para entender la historia de la filosofía, no como una colección de opiniones diversas sino como un todo coherente, hay que suponerla como el desarrollo natural de una necesidad humana, necesidad que se muestra como una continuada serie de preguntas fundamentales, preguntas críticas que se hace el hombre, preguntas de la razón, porque el hombre que desde los griegos hace la filosofía es un hombre de razón, que emplea la razón para hacer sus preguntas y responder a ellas.
Antes de los griegos no era la razón la facultad principal que empleaba el hombre, pues el hombre estaba aún de algún modo inmerso en la naturaleza, en su entorno, integrado en su medio, de modo que aún no lo ve como cosa externa que tenga que explicarse con la razón. Es usual distinguir esos dos modos diferentes de relacionarse con la naturaleza, uno la relación interna (intra) hombre-naturaleza, del hombre primitivo ([1]), y otro la relación externa (inter), en que con los griegos se inicia la necesidad filosófica de explicarse lo que ha quedado ahí, externo, fuera. Toda la filosofía es un continuado intento de solución a los problemas lógicos que surgen en esta nueva y externa relación con nuestro entorno.
El mito, que emplea el hombre anterior al griego, es un medio de relación interna hombre-naturaleza, porque el mito es ante todo una representación dramática, actuacional, es decir de actos, actitudes, acciones e historias, que conmueven al hombre, y le conmueven porque las fuerzas y poderes que advierte en la naturaleza y se relatan en los mitos, son las mismas que mueven a ese hombre, son sus dioses y demonios, y su variada dramatización es la misma del hombre, con sus virtudes y defectos, y por eso le conmueve. Pero el hombre con los griegos comienza a salirse de la naturaleza, que ahora empieza asombrado a ver desde fuera, en relación externa con ella. Sale de la pecera y ve asombrado el agua. La naturaleza aparece, comienza ahora a tener variados, diversos aspectos (aus sehen = ver desde fuera, parecer, tener aspecto), antes era vivencial, interna, de la que sentía sus vibraciones, sus impulsos. Ahora la naturaleza deviene en Physis, producto de su nueva relación, externa, del hombre con la naturaleza, nueva recreación del mundo, donde el mito dramático es ahora sustituido por la reflexión crítica sobre lo que ya es externo. Perdido el significado de los antiguos dioses vitales, como vínculo de relación interna hombre-naturaleza, el hombre empieza ahora realmente a tener opinión, diversas, y necesita de una nueva seguridad ante la nueva diversidad que se le presenta. Va a adoptar la forma de crítica reflexiva sobre lo que ya es (empieza a ser) externo, y de búsqueda de un fundamento sobre el que edificar la reflexión en lo externo.
2-Preguntas del hombre antiguo:
¿Cómo son, de qué tipo son las preguntas que el hombre puede hacerse, desde el punto de vista mas general? Hoy día, desde los griegos, las preguntas son de tipo racional, en el sentido de que esperan una respuesta razonada, una respuesta explicada con argumentos razonados, o sea con la razón, con la facultad humana que llamamos razón y que le permite al hombre dar razones de las cosas, de las preguntas. Pero en otras épocas de la historia el hombre ha desarrollado otra facultad diferente de la razón, como hemos visto en Facultades ([2]), y por consiguiente las preguntas que se hacía ese otro hombre eran de un tipo diferente, no eran preguntas de razón que esperasen una respuesta razonada. ¿De qué tipo eran esas preguntas en la civilización anterior a los griegos, aquella de las grandes urbes fluviales, los egipcios, los sumerios, los asirios…?, ¿qué tipo de respuestas esperaba aquel hombre?, ¿qué tipo de respuesta consolaba o al menos bastaba a aquel hombre?. Tendremos que acudir a nuestro esquema del hombre para saber de qué tipo eran las preguntas del hombre de las urbes fluviales, del hombre vital anterior al hombre de la razón. ¿Y cómo eran las preguntas del anterior aún hombre neolítico?, ¿y las del hombre paleolítico?, porque seguro que también ése se hacía preguntas.
En cada uno de esos casos, en cada una de esas épocas, esos grandes períodos de la historia, las preguntas deberían ser, evidentemente, así como las respuestas, de la misma naturaleza que la facultad de conocimiento dominante en el hombre de esa época, que no era en absoluto la razón. Como se puede ver en la referencia anterior de Facultades, la facultad dominante en el hombre paleolítico era la emotividad, una emotividad muy próxima a su percepción inmediata. Por lo tanto las preguntas y respuestas del hombre paleolítico deberían ser de tipo emotivo, de una emotividad apegada a la tierra y a su diversidad, a su diversidad emotiva, o mejor a la diversidad emotiva que se desprende de la diversidad de rasgos específicos que se advierten en todo cuanto hay en la tierra. Cada rasgo peculiar, tanto la fiereza de la leona como su ternura ante su cachorro, mueven a una acción diferente, es decir conmueven o emocionan de un modo distinto. Esa emoción inmediata (sin pasar por el pensamiento) ante la diversidad de rasgos emotivos, es el objeto de interés del hombre paleolítico, es el objeto de sus preguntas y respuestas, que lo serán en términos de emociones específicas, que representa con los tótem. Eso son los tótem, la representación que ante la diversidad específica produce la emoción, una emoción observadora, no con el pensamiento sino con la emoción, capaz de advertir ingente multitud de rasgos, todos emotivos, todos y cada uno representables por su tótem, emotivo. Y las preguntas y respuestas del hombre paleolítico tratarían sobre esa diversidad de rasgos y emociones. Ese será su mundo.
En el hombre neolítico sus preguntas y respuestas, su mundo, no será esencialmente emotivo sino pensante, aunque de un pensamiento inmediatamente apegado a la tierra, un pensamiento observador, en absoluto razonador, que no trata de conceptos sino de observaciones inmediatas, que nunca se generalizarán en conceptos aunque sí en observaciones genéricas, pero específicas, es decir diferenciadoras de especies. Los conceptos se desligan de lo observado y se pueden relacionar entre sí en razonamientos abstractos, pero por el contrario la observación genérica específica nunca se despega de lo observado, a lo que siempre señala, aunque incluya a muchos observados, por eso es específica, aunque señala a los especímenes, y la relación entre esos genéricos específicos solo alcanzará a su clasificación mutua. El interés del hombre neolítico, sus preguntas y respuestas, su mundo, su cultura, tratará sobre esa diversidad específica observada, sus características inmediatas, sus aplicaciones inmediatas, sin alcanzar a los pormenores de razones generalizadas, aunque quizás con un saber pormenorizado de lo observado como jamás después llegará a conocer el hombre.
Estos modos de conocer, propios, del hombre paleolítico y del hombre neolítico, tienen de común que son concretos y no abstractos, pero difieren en que el hombre paleolítico aplica su emoción inmediata al rasgo específico, que distingue como tótem, mientras que el hombre neolítico aplica su pensar observador inmediato a la diferencia específica cosual, en el pensamiento, no en la emoción. Pero ambos están íntimamente apegados a la tierra, y ese apego les impide un tipo de desarrollo que a nosotros podría parecernos lógico, sino que al contrario lo dificulta. Por eso el hombre neolítico del pensamiento observador no se desarrolla a hombre racional, sino que se estanca. Y sin relación con él, surge independientemente el hombre vital de las grandes urbes fluviales.
El hombre vital y el de la razón son ya tremendamente diferentes de los anteriores, pues se elevan ya sobre la tierra, se despegan de la observación y de la emoción inmediata, y en ellos sí se desarrolla la capacidad de abstracción, aunque diferente, y por ello serán sus preguntas y respuestas de una naturaleza tan diferente. En el hombre vital de las grandes urbes, los rasgos productores de emoción llegan ahora a generalizarse como poderes, fuerzas poderosas que poseen los dioses. Y en término de dioses serán sus preguntas y respuestas, esos dioses que como fuerzas poderosas nos mueven, y están siempre detrás de todo lo que sucede, como explicación a todas sus preguntas. Y el rico panteón de estos dioses está tremendamente articulado, pues de eso entiende ese hombre vital, del vitalismo dramático de sus dioses y temores. No entiende de razones porque su mente no es racional, es vital, no tiene aún una materia enfrente en la que reflejar las preguntas de su mente (racional), sino que tiene un medio cálido y lleno de sensaciones en que articular sus emociones y las dudas de su propio vitalismo. Nosotros generalizamos pensamientos en conceptos, que nuestra razón relaciona en nuestras creaciones. Pero el hombre vital de las urbes fluviales generaliza emociones en dioses poderosos, que su vitalismo articula en la creación del panteón de dioses. El hombre vital ha dado ya el salto de la generalidad, se ha elevado sobre la tierra inmediata y se ha aupado hasta los dioses vitales (poderes generalizados). Nosotros nos hemos alzado hasta los dioses de razón, las ideas (observaciones generalizadas). Ambos nos hemos elevado sobre la tierra, nos hemos quedado aupados arriba, pero al menos el hombre vital estaba aún arraigado a su propio vitalismo (‘in’), mientras nosotros hemos quedado colgados, y separados de nuestro vitalismo (‘out’), ya sin dioses que ligue nuestra urdimbre vital a la tierra: colgados y desarraigados, fuera, así hemos quedado.
3-Nuevas preguntas del hombre griego. Principio vacilante.
El griego, alejado de la tierra vital, de la Gea maternal y cálida, necesita de nuevos dioses (ya lo dijo Ortega y Gasset), necesita de algo que le de una nueva seguridad, una nueva base segura y sólida en que sustentarse, necesita en fin de nuevas preguntas y nuevas respuestas que consuelen a este nuevo hombre, de la razón. Y ahora se pregunta de nuevo: ¿De donde proviene todo? ¿Si no hay dioses (vitales) cuál es el origen de todo, el origen sustancial de todo? Y empieza la filosofía, empiezan nuevas preguntas y nuevas respuestas, ahora con el hombre de la razón ya separado de todo (hasta de su propio vitalismo). Separado, fuera, el pez sale fuera y deja de percibir las vibraciones del medio que antes sabía interpretar. Ahora hay que empezar una nueva interpretación, una nueva vida, una nueva civilización, pero ahora ya fuera, out.
Pero este proceso es lento como veremos. Así en Parménides esta reflexión adopta aun una especie de forma dramática, como es la poética, quizás para calar más hondo en aquel pueblo que todavía no es mayoritaria y plenamente reflexivo. Todavía Platón incluso utiliza en sus escritos el diálogo, que es una pálida dramatización entre dos, una especie de fósil de la antigua dramatización vital. Pensamos que lo propio de una autorreflexión crítica racional debe ser un monismo abstracto, y en absoluto personificado, pero aquel hombre vacila aún en su expresión racional.
[1] Mundo numinoso: ..\Conceptos varios\Mundo Interior.doc. También tratado en ..\..\..\14Heidegger\1Existenciarios\Hombre y Naturaleza.pdf (me da motivo para reflexiones con motivo de el-hombre-en-el-mundo)